El diseño de agroecosistemas bajo el enfoque agroecológico es, junto con el conocimiento adquirido por cada persona que vaya a dedicarse a esta profesión, la herramienta más eficiente para alcanzar los objetivos, considerando el modelo de negocio y los recursos disponibles. Es decir, ayuda a que haya un equilibrio entre el espacio, el tiempo y la energía puesta en ello. Además de ayudarnos a vislumbrar los obstáculos y a evitar errores. Pero … ¿por dónde empezamos?
Si mi deseo es diseñar un agroecosistema capaz de producir alimentos sanos, regenerar el ecosistema donde se ubica y realizar una actividad económicamente viable y socialmente justa será una prioridad conocer los principios de la agroecología. (Consultar Agroecoteca, Buenas Prácticas, Agroecología, principios y procesos).
Estos principios nos darán la clave para diseñar agroecosistemas diversificados, basados y manejados según los principios de la naturaleza, sin exceder los límites biofísicos de la Tierra pero siempre con el objetivo de alcanzar una vida próspera para las personas que en ellos desempeñan su labor y al mismo tiempo traer fertilidad, retención de agua, aumento de la biodiversidad y muchos más servicios ecosistémicos.
Una vez que conocemos bien los principios de la agroecología debemos profundizar en la observación y estudio del terreno donde queremos llevar a cabo nuestra práctica. Por un lado, debemos recabar información sobre aspectos generales que pueden ser condicionantes relevantes para la implementación del agroecosistema como pueden ser el tipo de tenencia del terreno (propiedad, arrendamiento, cesión), los usos permitidos, las comunicaciones o el histórico de uso y, por otro lado, aquellos aspectos que van a determinar la vocación agronómica del terreno, como son el clima, el tipo de suelo, la disponibilidad de recursos de agua o el tamaño.
A continuación, se presenta una recopilación de la información que conviene recabar previa al inicio del diseño de un agroecosistema, pues será determinante para el mismo.
El terreno puede ser propiedad de la persona que realiza o encarga el diseño, también podría ser arrendado o cedido durante algún tiempo por un particular o una administración pública. La particularidad que se dé en cada caso será determinante a la hora de elegir qué tipo de agroecosistema será implantado y qué especies estarán presentes.
La situación legal del terreno también podría condicionar el diseño, por lo que se recomienda informarse bien antes de la adquisición del mismo consultando todos los datos de catastro necesarios y cuáles son los usos permitidos.
Los accesos y su estado de conservación, así como otras vías de circulación próximas al terreno y la distancia a los centros de venta de los productos generados en el agroecosistema serán otro aspecto a tener en cuenta en el diseño.
Las lindes y el entorno más cercano al terreno nos permitirán realizar una valoración de los riesgos inherentes, bien sea de incendios, inundaciones, robos, etc. También será interesante valorar el vecindario más cercano y las redes de apoyo mutuo que se puedan generar o bien si hay una probabilidad de conflicto ante nuestro proyecto.
Conocer la historia del terreno donde queremos trabajar nos ayudará a entender la situación de partida previa al diseño. Se recomienda visualizar la web del Instituto Geográfico Nacional (IGN) o el visualizador de mapas en la web de Infraestructura de Datos Espaciales de Extremadura (IDEEX).
La extensión del terreno también será otro importante factor para determinar el tipo o tipos de agroecosistemas que vamos a incluir. Un aspecto positivo será que siempre habrá diversidad de opciones para todo tipo de superficies, tanto pequeñas como grandes, adecuándose a nuestra situación concreta.
Será interesante recopilar información relativa al clima de la zona donde se ubica el terreno pues condiciona totalmente el tipo de especies que podamos implantar, tanto de animales como vegetales. Si consideramos además el fenómeno del cambio climático, podría interesarnos barajar la posibilidad de usar especies adaptadas a climas más áridos.
Parte de la información que nos interesa tener podremos recopilarla en el visor del Atlas climático de la AEMET. Se presenta a continuación:
El microclima del terreno será algo que deberemos ir conociendo minuciosamente mediante la observación de los diferentes lugares y rincones del mismo y a lo largo de todo el año.
La orientación del terreno será muy importante para el diseño, especialmente si nuestro foco va a ser la agricultura.
La proyección de la radiación solar a lo largo del año también será de gran relevancia, especialmente si el terreno presenta un gran contraste del relieve y con presencia de vegetación arbórea alrededor, dado que la sombra varía considerablemente entre el invierno y el verano. Será necesario un ejercicio de observación de las sombras a lo largo del año, también podremos ayudarnos con una herramienta llamada Sunearthtools.
La presencia o ausencia inicial de agua también será un gran condicionante y un aspecto sobre el que poner una especial atención previa al diseño, pues habrá que localizar los puntos de acceso al agua, además de dónde se puede captar y retener el agua de lluvia. (Consultar Agroecoteca, Buenas Prácticas, La gestión del agua bajo el enfoque agroecológico). Por tanto, se recomienda que de forma previa al diseño de agroecosistemas se realice un diseño hidrológico de nuestro terreno, especialmente si tenemos una gran superficie y poca disponibilidad de agua, pues existen a día de hoy muchas técnicas que serán relevantes para gestionar este recurso vital.
Aspecto directamente relacionado con la gestión hídrica del terreno y con la toma de decisión del tipo de agroecosistema a implantar. Un mapa topográfico facilitará mucho la tarea, así como la observación de las zonas altas y bajas, las pendientes y las áreas planas. Se recomienda visualizar la web del Instituto Geográfico Nacional (IGN) o Topographic Map
La situación de partida del suelo también condicionará los insumos externos que vayamos a aportar inicialmente y las especies elegidas para nuestro agroecosistema. (Consultar Agroecoteca, Buenas Prácticas, El valor del suelo). Los parámetros que nos darán una información valiosa del estado de nuestro suelo serán:
Se recomienda tomar muestras de suelo en distintos puntos del terreno puesto que las características del suelo serán diversas en unas zonas y otras.
Se puede solicitar un análisis de muestras de suelo al Departamento de Análisis de Suelos del Laboratorio Agroalimentario de Extremadura, previo pago de las tasas correspondientes. El departamento realiza analíticas de tierras agrarias encaminadas a determinar el nivel de fertilidad de un suelo y sus características.
Tanto la vegetación como la fauna presente en el momento previo al diseño nos aportarán información de la situación de partida de nuestro terreno, es decir, del nivel de sucesión natural en el que se encuentra. Las plantas, por ejemplo, son bioindicadoras del grado de fertilidad de un suelo y de la presencia o ausencia de un elemento químico concreto. Los insectos, pájaros y mamíferos nos darán información de la salud y biodiversidad existente en el lugar.
Una vez que conocemos bien el terreno sobre el que realizaremos el diseño hay que valorar todas las posibilidades existentes dentro de los sistemas agroecológicos. (Consultar Agroecoteca, Buenas Prácticas, Agroecosistemas diversificados y también Biodiversidad, clave para los ecosistemas).
Para barajar las posibilidades podremos comenzar a realizarnos una serie de preguntas cuyas respuestas serán definitorias del tipo o tipos de agroecosistemas a diseñar, siguiendo el siguiente esquema de elección del tipo de agroecosistema:
También debemos considerar la inclusión de elementos que fomenten la biodiversidad en el agroecosistema, tal y como se detalla en el Biodiversidad, clave para los ecosistemas:
Conociendo todas las posibilidades de agroecosistemas, he de tener claro cuál es mi propósito, aquello que me haga sentir pleno, feliz, que sea bueno para mí y para la comunidad, que me permita vivir plena y dignamente. El propósito determina el diseño.
Sin embargo, ese propósito debe ajustarse al tiempo y los recursos económicos de los que dispongo o seré capaz de disponer para lograr un agroecosistema económicamente sostenible. De lo contrario corremos el riesgo de abandonar nuestro propósito por el camino por haber sido demasiado ambiciosos, habiendo perdido la motivación y el dinero.
Resulta recomendable conocer otras experiencias lo más cercanas posible a nuestra realidad que estén funcionando con éxito, para conocer lo que les fue bien y lo que no, para saber cuáles han sido las mayores dificultades con las que se han encontrado. Esto nos ayudará a tener otra perspectiva de las auténticas posibilidades de lograr mi propósito.
Una vez que mi propósito está claro comienzo el diseño. Al diseñar bajo un enfoque agroecológico probablemente nuestro objetivo sea tener un mosaico de paisajes dentro del mismo terreno, por lo que me iré centrando en cada uno de ellos, paso a paso, profundizando en las diversas complejidades presentes.
Para ello comenzaré imaginando cómo será el sistema en su etapa final, permitiéndonos soltar nuestra creatividad e ir viendo cuáles serán las diferentes etapas por las que habrá de ir pasando para llegar a ese momento. Tendré en cuenta cómo quiero que sea el terreno a corto, medio y largo plazo.
Cada agroecosistema posible requiere un conocimiento de diseño inherente a él, obviamente no es lo mismo un diseño agrícola que uno ganadero, ni tampoco uno agroforestal. Deberé tener muy claro las particularidades de aquel o aquellos en los que me vaya a centrar pues es clave en el éxito del diseño conocer la secuencia de los pasos que se han de dar y las especies que habrán de introducirse de manera secuencial y que se adapten bien a las características del lugar.
Parte de la etapa de diseño será además considerar los criterios de sostenibilidad económica considerando pues los siguientes aspectos:
Una vez que tenga el diseño realizado y mi propósito claro iré avanzando, paso a paso, sabiendo dónde quiero llegar, más despacio o más rápido, en función de mi tiempo y recursos económicos, es decir, de la energía que entra en el sistema, pero siempre con determinación y constancia. Lográndolo, crearemos bellos y diversos agroecosistemas, regenerando tierras y dejándolas en mejores condiciones de las que estaban previamente.